La perspectiva de interacción simbólica, también llamada interaccionismo simbólico, es un marco importante de la teoría sociológica. Esta perspectiva se basa en el significado simbólico que las personas desarrollan y construyen en el proceso de interacción social. Aunque el interaccionismo simbólico tiene sus orígenes en la afirmación de Max Weber de que los individuos actúan de acuerdo con su interpretación del significado de su mundo, el filósofo estadounidense George Herbert Mead introdujo esta perspectiva en la sociología estadounidense en la década de 1920.
La teoría de la interacción simbólica analiza la sociedad al abordar los significados subjetivos que las personas imponen a los objetos, eventos y comportamientos. Los significados subjetivos tienen primacía porque se cree que las personas se comportan en función de lo que creen y no solo de lo que es objetivamente cierto. Por lo tanto, se piensa que la sociedad se construye socialmente a través de la interpretación humana. Las personas interpretan el comportamiento de los demás, y son estas interpretaciones las que forman el vínculo social. Estas interpretaciones se llaman la "definición de la situación".
Por ejemplo, ¿por qué los jóvenes fuman cigarrillos incluso cuando toda la evidencia médica objetiva señala los peligros de hacerlo? La respuesta está en la definición de la situación que las personas crean. Los estudios encuentran que los adolescentes están bien informados sobre los riesgos del tabaco, pero también piensan que fumar es genial, que estarán a salvo de daños y que fumar proyecta una imagen positiva para sus compañeros. Entonces, el significado simbólico de fumar anula los hechos relacionados con fumar y el riesgo.
Algunos aspectos fundamentales de nuestra experiencia e identidades sociales, como la raza y el género, pueden entenderse a través de la lente simbólica interaccionista. Al no tener bases biológicas en absoluto, tanto la raza como el género son construcciones sociales que funcionan basadas en lo que creemos que es verdad acerca de las personas, dado su aspecto. Utilizamos significados de raza y género socialmente construidos para ayudarnos a decidir con quién interactuar, cómo hacerlo y para ayudarnos a determinar, a veces de manera inexacta, el significado de las palabras o acciones de una persona..
Un ejemplo impactante de cómo este concepto teórico se desarrolla dentro de la construcción social de la raza se manifiesta en el hecho de que muchas personas, independientemente de su raza, creen que los negros y los latinos de piel más clara son más inteligentes que sus contrapartes de piel más oscura. Este fenómeno, llamado colorismo, ocurre debido al estereotipo racista que se ha codificado en el color de la piel durante siglos. Con respecto al género, vemos la forma problemática en la que se atribuye significado a los símbolos "hombre" y "mujer" en la tendencia sexista de los estudiantes universitarios que habitualmente califican a los profesores varones más que a las mujeres. O, en la desigualdad salarial basada en el género.
Los críticos de esta teoría afirman que el interaccionismo simbólico descuida el nivel macro de la interpretación social. En otras palabras, los interaccionistas simbólicos pueden pasar por alto los problemas más importantes de la sociedad al centrarse demasiado en los "árboles" en lugar del "bosque". La perspectiva también recibe críticas por despreciar la influencia de las fuerzas sociales y las instituciones en las interacciones individuales. En el caso del tabaquismo, la perspectiva funcionalista podría pasar por alto el poderoso papel que juega la institución de los medios de comunicación en la configuración de las percepciones del tabaquismo a través de la publicidad, y al retratar el tabaquismo en el cine y la televisión. En los casos de raza y género, esta perspectiva no explicaría las fuerzas sociales como el racismo sistémico o la discriminación de género, que influyen fuertemente en lo que creemos que significa raza y género.